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por Almagro

La coincidencia de la música y la política en este segundo volumen de los escritos de Mark Fisher podría parecer arbitraria. Sin embargo, ese cruce será fundamental para lograr lo que él consideraba un objetivo estratégico: superar el efecto alienante del pensamiento académico y la estética deslibidinizante de la izquierda. Tanto el laboratorio de escritura experimental que fue durante los años ochenta la prensa musical británica como aquellos episodios electrificantes en los que la música popular se convirtió en un catalizador para las tendencias colectivas y sensibilidades radicales son las bases sobre las que Fisher edificó un proyecto que se proponía volver a conectar la crítica cultural con un programa político. El glam de clase trabajadora de bandas como Roxy Music o Visage, el modernismo pulp de The Fall, el culto suburbano a bandas góticas como The Cure, el sonido alienígena del jungle o los paisajes sónicos post-rave de Burial proporcionarán modelos para escapar del agotamiento de la imaginación que impone el realismo capitalista.

K-punk puede interpretarse como un manual sobre cómo escribir crítica cultural en el siglo XXI. Si en el primer volumen comprendimos que la “k” del seudónimo blogger de Fisher refería a kuber (el término griego para «ciber»), esta entrega despeja toda duda sobre el segundo componente. Aquí la estética punk se manifiesta tanto en la prosa afilada con la que demuele a sus enemigos (Tony Blair, la prensa liberal británica, los festivales de rock) como en la urgencia de sus intervenciones, que operan como incisivos comentarios de la coyuntura en tiempo real. Leemos agudas reflexiones sobre resultados electorales o la crisis financiera de 2008, crónicas de los saqueos de Londres en 2011 y glosas sobre su insidiosa cobertura mediática. Este libro nos sugiere también  elementos para una certera crítica a la privatización de la educación y de la salud mental, y para un análisis de los efectos nocivos del empleo precario y la adicción a los smartphones. El efecto de lectura refuerza la pregunta que nos acecha desde su muerte: ¿qué pensaría Mark Fisher sobre nuestra catastrófica actualidad? Las últimas entradas de este volumen –sobre ISIS, Trump y el Brexit– nos ayudan a imaginar algunas respuestas.