La muerte, el amor, la pérdida del amor, la vejez, la poesía y la naturaleza de la ficción, las experiencias luminosas e inenarrables todo cabe en esta monumental obra. Tal y como explica en su prefacio luminoso, después de recibir una beca de la Fundación Guggenheim, Mario Levrero se dio a la tarea de acabar una novela interrumpida 15 años antes. En La novela luminosa, según sus propias palabras, se proponía narrar ciertas experiencias extraordinarias# sin que al hacerlo fueran despojadas de su cualidad de luminosas. Aunque ya en el mismo prólogo nos advierte de que fracasó en su cometido, porque las #cosas luminosas# no pueden escribirse. En otro momento confiesa: Siempre supe que escribir esa novela luminosa significaba el intento de exorcizar el miedo a la muerte. Para conseguir aprehender las #experiencias luminosas# y ahondar en #la investigación de sí mismo#, Levrero comienza la novela luminosa con un prólogo que llama Diario de la beca y que abarca un año de su vida. Con cada una de las entradas de este diario, el autor nos habla de sí mismo, de su agorafobia, su adicción a los ordenadores, sus trastornos del sueño, su hipocondría y sus sueños y significados. Especial capítulo merecen sus mujeres, en particular Chl, que lo alimenta y lo acompaña en sus escasos paseos por Montevideo en busca de libros de Rosa Chacel y las novelas policíacas que lee compulsivamente. La muerte, el amor, la pérdida del amor, la vejez, la poesía y la naturaleza de la ficción, las experiencias luminosas e inenarrables todo cabe en esta monumental obra.