Novelista, biógrafo, contertulio, periodista, Gonzalo León compiló por primera vez en 2018 este Lemebel oral, 20 años de entrevistas (1994-2014), especie de autorretrato a través de respuestas neobarrosas y documento de primera necesidad, obra generosa y salpicada de notas al pie que abundan más en el chisme de vecino y en la corrección criticona que en el dato académico.
Leerlo de corrido es reponer lo que el mito deglute de un personaje, repasar el cuento de hadas prole narrado por Pedro Lemebel desde el niño pollerudo del Zanjón de la Aguada que fue hasta su gloria de beca Guggenheim incumplida como buena Malinche renegada, pasando por su mitad como integrante junto a Francisco Casas del colectivo performer Las Yeguas del Apocalipsis y las vísperas de su muerte y pase al panteón popular sudaca. Es una recopilación cronológica de cuarenta y tres entrevistas realizadas a Pedro Lemebel, en transferencia con diversos interlocutores que oscilan entre el look progresista pero pusilánime, la obsecuencia taimada, y un mimetismo que llega a la parodia salvo las realizadas por amigos de corazón como Víctor Hugo Robles, el Che de los Gays.
Lemebel oral envuelve a bucal y bucal: no es sólo por el chupón o la mamada personal y glotona sino el beso como práctica política con rigor de encuesta. Porque Lemebel fue un degustador de defecciones ideológicas en cuyos formularios precisó haber degustado insectos muertos en los labios de García Márquez y hierba en los de Joan Manuel Serrat (estaba esperando cruzarse con Fidel). Pero más allá de este libro, podría decirse que todo Lemebel sería oral ya que él solía utilizar ese recurso que Carlos Monsiváis describe en la crónica como uso impreso del habla cotidiana.
María Moreno